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Un silencio que duele: familiares de Iván Ávila marcharon para exigir justicia

Con velas, fotos y profunda angustia, allegados a Iván José Ávila caminaron por el centro de Rafaela para pedir respuestas tras el crimen que terminó con la vida del trabajador de 45 años.

Locales11/11/2025RedacciónRedacción
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La tarde del lunes se volvió un momento de recogimiento colectivo cuando decenas de familiares, amigos y vecinos de Iván José Ávila avanzaron en silencio por bulevar Santa Fe hacia la Plaza 25 de Mayo. No hubo bombos ni consignas políticas: solo rostros desencajados, carteles con la palabra “Justicia” y la foto de Iván en manos de su madre, que caminó acompañada pero atravesada por un dolor imposible de ocultar.

Iván tenía 45 años y falleció días después de haber recibido un disparo en la cabeza mientras estaba frente a su casa, apenas regresado de su jornada laboral. Su muerte, ocurrida en cuestión de segundos, dejó un vacío inmenso en una familia que lo describe como un hombre atento, trabajador y presente. Su madre, Magdalena, habló con voz quebrada mientras sostenía la imagen de su hijo: “Volvió de trabajar, se paró un ratito afuera… y me lo mataron. No es justo. Él me acompañaba a todos lados. Era mi apoyo”.

Las hermanas de Iván también expresaron su desgarro y ampliaron el reclamo que resonó entre los presentes: seguridad real, cotidiana, no solo promesas. “No era solo hijo, era hermano, padre, esposo. Era un vecino más de esta ciudad. Gente que se levanta a laburar todos los días y que no tendría que morir así”, señaló una de ellas. Con el dolor a flor de piel, planteó una duda que muchos compartían: “¿Se pudo haber evitado? Sí. No venimos a atacar a nadie. Venimos a pedir que mi cuñada y mis sobrinos puedan seguir viviendo en su casa sin miedo”.

El mensaje final en la plaza fue tan breve como contundente. “Queremos que esto no se repita. Queremos que el responsable no salga. No queremos que otra familia pase por lo que pasó la nuestra”, dijo una de las hermanas, mientras las velas comenzaban a encenderse alrededor del monumento.

El sol caía y el silencio se hacía aún más profundo. Las miradas, perdidas entre el dolor y la impotencia, marcaban el pulso de una marcha que eligió el respeto y la calma como forma de gritar. Lo que se pidió, sin banderas ni discursos partidarios, fue simple y urgente: justicia para Iván y respuestas que eviten otro final injusto en un hogar rafaelino.

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