Fisfe alerta por despidos en la industria y advierte un panorama difícil para los próximos años

La noticia de 220 despidos en la planta bonaerense de Whirlpool generó fuerte preocupación en el sector manufacturero y reavivó el alerta dentro de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe). A ese número se sumaron en la misma semana nuevas cesantías en Cramaco (Sastre) y Essen (Venado Tuerto), que completan un cuadro cercano a los 300 puestos de trabajo perdidos entre ambas provincias.

Desde la entidad advirtieron que estos casos no son hechos aislados, sino parte de un proceso que se viene profundizando. Señalan que la combinación de caída del consumo y apertura de importaciones está golpeando de manera directa a las industrias locales, que ya venían con pérdida de empleo “por goteo”.

En el plano nacional, la federación considera que la reciente ratificación electoral del oficialismo prolongará el actual esquema económico sin modificaciones sustanciales por al menos dos años. Para la industria, esto implica un escenario donde no aparecen políticas de compensación que permitan sostener la actividad.

El análisis de Fisfe apunta también a la desigual competencia con productos importados. Las fábricas locales enfrentan mayores costos logísticos, cargas impositivas y condiciones macroeconómicas desfavorables. En palabras del sector, la situación es comparable a “jugar en una categoría amateur contra un equipo de élite internacional”.

También cuestionan las propuestas de reconversión productiva, que consideran inviables sin un acompañamiento estatal. Para la entidad, algunas ramas industriales quedaron retrasadas, pero aun así la apertura irrestricta sin medidas de transición “resulta de una crueldad absoluta”.

En paralelo, fijaron postura sobre la reforma laboral: creen que los sindicatos deben actualizar su mirada frente a los cambios del mercado, pero advirtieron que sin consensos políticos amplios, el proceso puede derivar en mayor conflictividad.

Fisfe insiste en que se necesita una agenda que combine alivio fiscal, herramientas de apoyo productivo y una política gradualista para evitar nuevos cierres y despidos. De lo contrario, advierten que lo ocurrido en  Whirlpool, Cramaco y Essen podría ser solo el comienzo.