En Mendoza, y con el debut absoluto de Felipe Contepomi al mando, el seleccionado nacional no pudo con una Francia con algunas ausencias, y cayó sin atenuantes por 28 a 13. La próxima semana, en Vélez, habrá revancha para un equipo que sin dudas busca dar un salto de calidad.

Abúlico, apático, gélido. Así fue el primer tiempo de Los Pumas -y el partido en sí, básicamente- pese al buen sol que cubrió Mendoza. Nada por aquí, poco por allá. De los dos, claro está. Solo una pequeña inspiración de uno de los más experimentados del lado francés, Baptiste Serin, capitán a su vez, logró sacudir la modorra generalizada.

El seleccionado nacional se fue al descanso abajo por siete (10-3), aunque apenas resultó una anécdota, valga la redundancia, en el resultado. Porque el rendimiento distó lejos de ser el ideal -o el buscado-, las variantes brillaron por su ausencia, y los cambios de paso o repentizaciones mucho más aún.

La gente se ganó su lugar y el cálido aplauso al no dejar de alentar y arengar un segundo. Así y solo así, el equipo argentino intentó plasmar alguna acción de riesgo o que invitara a la ilusión. Cuando más o menos la cosa parecía así, Frisch entró en velocidad y facturó en el arranque del complemento. Vuelta a empezar.

Scrum, line, maul. Las plataformas mediante las cuales hubo pequeños atisbos de reacción. Sin embargo, las imprecisiones, la falta de ritmo y de coordinación estuvieron a la orden del día. ¿La frutilla del postre? A Hastoy se la dejaron servida en bandeja con un penal fácil para su puntería y cosa juzgada.

Ni el descuento de Montoya, con la fórmula que mejor le cuaja, envalentonó a Los Pumas. Porque, a la primera de cambio, el joven talento francés, Attissogbé, encaró, se la jugó, fue para el frente y desniveló frente a tres argentinos. Pocas luces, muchas sombras; un debut sin dudas de vuelo bajo que no estuvo a la altura. Paso en falso. Duro revés…

Fuente: A Pleno Rugby