En un primer caso, una mujer fue víctima de una estafa a través de una llamada de WhatsApp en la que, haciéndose pasar por un representante de la plataforma, le informaron que su cuenta de Mercado Pago había sido hackeada. Siguiendo las instrucciones de los estafadores, la víctima terminó transfiriendo $300.000 a una cuenta desconocida. Poco después, descubrió que su cuenta había sido comprometida y comenzaron a solicitar dinero a sus contactos.

En otro incidente, un hombre regresó a su domicilio para encontrar que la puerta había sido forzada y que le habían sustraído varios objetos de valor, incluyendo dos televisores, una bicicleta, un equipo de música, herramientas y otros artículos. Tras hacer pública la situación en redes sociales, recibió una llamada de un supuesto comerciante que le ofreció devolver parte de los objetos robados a cambio de dinero. Aunque la víctima transfirió $10.000, nunca recibió los bienes prometidos.

Finalmente, un tercer residente denunció que, mientras intentaba pagar con su tarjeta de débito en un supermercado, descubrió que su cuenta había sido vaciada. Al revisar los movimientos de su cuenta, encontró dos transferencias no autorizadas de $145.000 cada una. La víctima sospecha que sus datos fueron obtenidos a través de una página falsa de su banco a la que accedió desde una publicidad en redes sociales.