Gobernaron tres décadas y ahora 'se hacen los nuevos': la hipocresía de quienes fracasaron en seguridad

Rafaela, como espejo de una provincia herida, sigue acumulando episodios de violencia que socavan cualquier promesa de orden o tranquilidad. Basta mirar atrás para reconocer que los robos, los homicidios y los accidentes no son fenómenos nuevos, pero sí han crecido en escalada e intensidad en los últimos años.

La inseguridad en la ciudad no comenzó ayer. Es un problema estructural que, lejos de ser atendido de manera eficiente, se ha vuelto un terreno fértil para el delito. Promesas como las de "Paz y Orden", esgrimidas en su momento por Omar Perotti, quedaron como simples consignas. Los datos son contundentes: los cuatro años de su gestión estuvieron marcados por un aumento significativo en los índices de delitos y muertes en la provincia, mientras que en Rafaela el intendente Luis Castellano tampoco logró revertir la tendencia.

Los concejales Peronistas intentan transmitir una imagen de eficiencia, defendiendo la gestión local anterior como si fuera irreprochable. Sin embargo, las cifras y los hechos cotidianos desmienten esa narrativa. Los reclamos de seguridad siguen siendo un eco constante en los barrios, y la incapacidad para prevenir tanto homicidios como accidentes fue evidente. Fracasaron con la seguridad, gobernaron 32 años, ahora se “hacen los nuevos” como si recién llegaran a la política local. Muchachos sean honestos y háganse cargo. Está el famoso dicho, “No escupas para arriba que te vas a salpicar”

¿O acaso ya olvidamos las interminables gestiones del intendente Castellano, recorriendo despachos provinciales con su famosa carpeta en mano, pidiendo más efectivos policiales y recursos materiales para frenar la creciente inseguridad en Rafaela? Es irónico, por decir lo menos, que estos reclamos no encontrarán eco durante la gestión de “El Gigante” —léase Omar Perotti— quien hizo de su consigna de "Paz y Orden" una bandera política, pero la dejó en nada más que palabras vacías. La hipocresía de quienes prometieron seguridad mientras ignoraba las necesidades más básicas.

Los crímenes que no se olvidan

   - El 9 de abril de 2016, el crimen atroz que aún permanece en la memoria de la ciudad. Nelly Zárate de Peludero, fue hallada sin vida en su domicilio, algo que está en la memoria colectiva de los rafaelinos.

    -La violencia en Rafaela tiene nombres y fechas que quedaron grabados en la memoria colectiva. En 2018, Juan Carlos Re fue baleado en su propia despensa y falleció días después debido a las heridas. 

    -Un año después, un niño de 8 años perdió la vida en medio de un tiroteo en las calles Brigadier López y Flaminio Del Signore.

    -El 2021 trajo consigo una violenta entrada en el barrio Mosconi, donde un matrimonio fue atado, golpeado y amenazado con cortarles los dedos si no colaboraban. Este hecho, de extrema crueldad, expuso la brutalidad con la que los delincuentes operan, sin temor ni límites.

Esto, por nombrar alguno de los crímenes y golpizas que hubo en la gestión que gobernó tres décadas, con sicariatos incluidos. 

Balance 2023: homicidios y accidentes

El 2023 cerró con tres homicidios en la ciudad, una cifra que, aunque menor a la de 2022, no deja de preocupar. La brutalidad de los crímenes de Emilce y Ariel Molina, asesinados en junio y octubre bajo la misma mecánica, apunta a una compleja trama de narcocriminalidad que supera los márgenes de un simple delito. Estos casos permanecen sin esclarecer, perpetuando una sensación de impunidad que fortalece el miedo en los vecinos.

En el ámbito vial, Rafaela sumó 10 muertes por accidentes de tránsito en 2023, una cifra que refleja una preocupante constancia. La mayoría de las víctimas eran motociclistas jóvenes, que no llevaban casco, perpetuando un perfil de imprudencia y vulnerabilidad que parece no encontraron solución.

La gestión local: desafíos sin resolver

La administración municipal anterior no ha logrado implementar políticas efectivas para frenar ni los delitos ni los accidentes. Mientras tanto, los ciudadanos siguen padeciendo las consecuencias de una inseguridad creciente que se refleja tanto en los hechos resonantes como en los pequeños delitos diarios: robos de motos, bicicletas y escruches que se han vuelto moneda corriente.

El desafío de la gestión actual local no es menor: debe enfrentar años de desidia y promesas incumplidas que han caracterizado a las administraciones anteriores. Por décadas, se maquillaron estadísticas y se ocultó la gravedad de los problemas, dejando a los rafaelinos expuestos a una creciente inseguridad ya la falta de soluciones concretas.

Ahora, el compromiso debe ser real y efectivo. Esta gestión tiene la oportunidad y la responsabilidad de asumir lo que otros no hicieron, con políticas claras y acciones contundentes. Los ciudadanos de Rafaela merecen algo más que palabras; necesitan resultados que restituyan la seguridad y la confianza en quienes están a cargo de la ciudad. Es el momento de marcar un cambio que, más que necesario, es impostergable.