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Las rutas nacionales en Santa Fe quedan a la deriva tras la disolución de Vialidad

El cierre del organismo vial deja incertidumbre sobre el mantenimiento de caminos clave. El ministro Enrico advirtió que “a la disolución le sigue la nada” y denunció la ausencia de un plan para sostener las rutas que atraviesan la provincia.

Provinciales09/07/2025RedacciónRedacción
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La disolución de la Dirección Nacional de Vialidad encendió alarmas en Santa Fe. Para el ministro de Obras Públicas provincial, Lisandro Enrico, la medida tomada por el gobierno nacional no solo refleja improvisación, sino que profundiza el abandono de las rutas nacionales, muchas de las cuales ya presentaban un alto grado de deterioro.

“Esto no es una reforma, es una retirada. Y lo que viene después es la nada”, sostuvo Enrico, al advertir que no hay un esquema de reemplazo que garantice ni siquiera el mantenimiento básico. “Hoy no se sabe quién va a encargarse de tapar un bache o reparar una alcantarilla. No hay claridad, ni responsables, ni recursos. Es una situación muy grave”, alertó.

La preocupación no es menor: el Estado provincial está invirtiendo este año más de 1.500 millones de dólares en infraestructura, pero buena parte del tránsito de cargas y producción circula por rutas nacionales como la 11, la 34, la 19 o la 95, que ya mostraban signos de colapso antes de esta decisión. “Las rutas son peligrosas y no hay respuestas”, dijo el funcionario.

Desde el histórico edificio del 7° Distrito en Santa Fe, la noticia cayó como un mazazo. Empleados de carrera, ingenieros y trabajadores con décadas de trayectoria enfrentaron la noticia con lágrimas, silencio y asambleas a puertas cerradas. Muchos de ellos habían recibido un anticipo informal del cierre, pero aún tenían la esperanza de una reestructuración, no de una eliminación total.

A la incertidumbre técnica se le suma la política. Enrico cuestionó que se haya pasado la responsabilidad a Economía, un ministerio sin experiencia ni estructura para encargarse de cuestiones viales. También criticó que los controles en rutas puedan ser asumidos por fuerzas de seguridad: “Es un despropósito”, sentenció.

Los trabajadores de Vialidad también sintieron el golpe en lo personal. Muchos fueron estigmatizados como “ñoquis” o “militantes” desde los discursos oficiales. “Hay quienes dejaron la vida en esta institución. Esto no es solo un cierre administrativo, es el final de una tradición que atravesó generaciones”, dijeron.

El deterioro de las rutas no es nuevo, pero el último año y medio fue de desfinanciamiento total. Las pocas obras se hacían con materiales mínimos y reparaciones que duraban poco. La autovía inconclusa de la ruta 34 es hoy un símbolo del abandono.

Ahora, en Santa Fe, queda la sensación de que no hay nadie al volante. Ni una estructura federal que se haga cargo, ni un plan de reemplazo. Solo mapas colgados en las oficinas que ya no aseguran hacia dónde se va. Y una certeza: las rutas, sin mantenimiento, pueden transformarse en una amenaza para todos.

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