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Caso Spaggiari: el fraude que desnudó la ingenuidad financiera y la impunidad social

La Fiscalía pidió 25 años de prisión para los hermanos acusados de encabezar la mayor estafa piramidal que se recuerde en Rafaela. Más de 560 víctimas, millones perdidos y una pregunta que todavía incomoda: ¿Cómo se llegó hasta acá?

Judiciales31/10/2025RedacciónRedacción
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Rafaela creyó. Y pagó. No se trató solo de un negocio que se desplomó —como insiste la defensa— el Dr. Gustavo Gabriel Abraham de Santa Fe sino de un fenómeno social: la promesa de prosperidad rápida, sin sospechas, en una ciudad que muchas veces confunde confianza con silencio y cercanía con impunidad.

El Ministerio Público presentó formalmente la acusación contra Fernando y Matías Spaggiari, y pidió 25 años de prisión para ambos. La cifra no es casual: busca ser un mensaje. No solo para los acusados, sino para un ecosistema económico paralelo donde, durante años, circularon dólares en bolsos, acuerdos verbales, rentabilidades “mágicas” y aplausos hasta que todo —inevitablemente— cayó.

Las cifras oficiales siguen estremeciendo: más de 560 damnificados, un daño económico superior a 235 millones de pesos, 8 millones de dólares y 11 mil euros, y una herida social que todavía supura. Porque detrás de cada número hubo confianza depositada, ahorros de toda una vida, y también ambición, desinformación, complicidad y un sistema financiero informal que hace tiempo funciona a la sombra.

Los hermanos permanecen detenidos en Coronda; su madre, en domiciliaria. El resto del círculo, bajo medidas judiciales. Ahora comienza el tramo que desembocará en el juicio oral, posiblemente en 2026. La Justicia avanza, pero la ciudad todavía mastica bronca.

Una ciudad que debe mirarse al espejo

La defensa sostiene que esto no fue una estafa sino un “negocio inmobiliario que fracasó”. Una explicación que, de mínima, subestima el tamaño del daño y la sofisticación del mecanismo que se describe en el expediente.

Hubo promesas de rentabilidad, ingreso de capitales y fascinación colectiva. Una postal repetida: más que un método, fue un clima de época. Ese clima ya no existe. Y la Justicia, tardía como siempre, llega ahora a buscar responsabilidades.

Pero el aprendizaje no puede ser judicial solamente. Rafaela tiene un desafío pendiente: dejar atrás la cultura del atajo financiero y recuperar el valor de la transparencia y la información.

No hay condena —por severa que sea— que devuelva el sueño a quienes entregaron sus ahorros. Tampoco hay castigo que repare la erosión de la confianza social. Lo que sí puede dejar este caso es un punto de inflexión: nunca más mirar para otro lado cuando algo brilla demasiado para ser cierto.

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