En primer lugar, un vecino soportó el robo de una bicicleta, rodado 20, además de una garrafa de 10kg, un casco, y un mechero industrial. Según el damnificado, el ladrón habría ingresado por un tapial de unos dos metros que da acceso a una zona del garaje que no tiene aberturas. Pese a que el garaje estaba asegurado, el delincuente logró sustraer los objetos.

Horas más tarde, se conoció otro robo. Esta vez, un joven estudiante que asistía a clases en una escuela local sufrió la pérdida de su bicicleta, rodado 29. La bicicleta estaba asegurada con un candado tipo linga en el bicicletero de la institución. El estudiante la dejó alrededor por la mañana, y al salir de clases después del mediodía, la misma ya no estaba en el lugar.

Finalmente, un tercer robo ocurrió en horas de la tarde, cuando un hombre de 71 años que se encontraba sentado frente a su domicilio fue abordado por un desconocido que, bajo el pretexto de vender productos, solicitó herramientas para reparar su moto. El vecino, de buena fe, le prestó dos destornilladores y una pulsiana, pero el sujeto se retiró sin devolverlas y, al mismo tiempo, desapareció el teléfono celular que la víctima había dejado sobre el apoyabrazos de su silla.