Según el Sistema de Estimaciones Agrícolas (SEA), los primeros datos muestran un promedio de entre 13 y 15 quintales por hectárea (qq/ha), cifras significativamente menores a las obtenidas en la campaña pasada. Este escenario era esperado debido a la escasez de lluvias y las altas temperaturas registradas en semanas anteriores, que complicaron aún más el desarrollo del cereal.

En comparación con el año pasado, cuando los rendimientos promedio en los 12 departamentos del centro-norte santafesino rondaban los 19.5 qq/ha, los valores actuales revelan una importante disminución. Incluso si se compara con la campaña 2022, que tuvo características climáticas similares, los rindes de este ciclo han comenzado 5.5 qq por debajo del promedio regional. Esto supone una caída del 28% en comparación con 2023 y una disminución del 20% respecto de 2022, cuando los trigales también fueron golpeados por la falta de lluvias, aunque en menor medida.

El informe del SEA señala que, a la fecha, el estado general de los cultivos en el centro-norte santafesino es muy heterogéneo. El 50% de los lotes se encuentran en condiciones buenas o muy buenas, mientras que el 30% se catalogan como regulares y un 20% en estado malo. Las lluvias recientes solo podrían mejorar levemente la situación, aunque no revertirán las pérdidas en los rendimientos potenciales. En este contexto, las diferencias entre las zonas más afectadas y las que lograron mejores condiciones hídricas desde el inicio del ciclo son notables.

En conclusión, la cosecha de trigo en Santa Fe avanza lentamente y con perspectivas limitadas para este año. A pesar de que el clima ha mostrado algunas mejoras en los últimos días, los especialistas advierten que el daño ya está hecho y que la producción final será inferior a lo esperado. Los próximos reportes semanales serán clave para entender la magnitud del impacto y cómo se comportarán los rendimientos en otras áreas de la provincia.