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Menos inflación, más angustia: el 47% de los hogares vive con el agua al cuello

Según un nuevo informe de la UCA, casi la mitad de las familias argentinas no logra llegar a fin de mes o directamente no puede ahorrar. Aunque los números macro mejoren, la sensación en casa es otra: vivir ajustando, cada vez más.

Economía29/06/2025RedacciónRedacción
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El precio del kilo de pan ya no sube todas las semanas. El dólar no explota. La inflación baja. Sin embargo, puertas adentro, la realidad sigue siendo asfixiante para millones de familias en Argentina. Según el último relevamiento del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, el 47% de los hogares atraviesa lo que se define como “estrés económico”: es decir, viven con lo justo, sin margen para gastos imprevistos ni posibilidades de ahorrar.

El dato, que no figura en el radar habitual de los informes macroeconómicos, expone una verdad cotidiana que no entra en los balances del Gobierno ni en los PowerPoint del FMI. Porque una cosa es la estadística técnica de la pobreza y otra es lo que siente una familia cuando tiene que elegir entre pagar la luz o comprar medicamentos.

Entre la olla y la deuda

Mientras las cifras de pobreza por ingresos rondaban el 36% y las de indigencia el 8,8%, esta nueva categoría —“estrés económico”— muestra que hay una franja aún más amplia que vive en la cornisa, aunque no sea técnicamente pobre.

“Es una medición más realista de lo que pasa en las casas”, explicó Agustín Salvia, sociólogo del Conicet y director del Observatorio. Y no es una foto reciente: en 2022 el indicador era del 41% y subió casi seis puntos en dos años, pese al freno de la inflación.

¿La explicación? Una combinación tóxica: salarios devaluados, servicios que aumentaron tras años de tarifas congeladas, y un Estado que cada vez ajusta más donde antes amortiguaba.

Los números dicen una cosa, la calle otra

En paralelo, estudios privados como el de Fernando Moiguer alertan sobre una recuperación económica que solo alcanza a algunos. Mientras el sector formal, con empleo registrado, logra cierta estabilidad, los informales, jubilados y cuentapropistas viven en caída libre.

Incluso quienes están “en blanco” sienten el cimbronazo: la plata no rinde, las obras sociales limitan prestaciones y los transportes ya no son lo que eran. La sensación generalizada no es de alivio, sino de resignación.

Comer, moverse o curarse: la trampa de los gastos básicos

El informe de la UCA también identifica los rubros más sensibles que explican la pérdida del poder adquisitivo: alimentos, salud, medicamentos, transporte y combustibles. La mayoría de las familias no puede cubrirlos todos sin recortar en otros frentes, como educación, recreación o vestimenta.

Y aunque la inflación mensual haya bajado, el daño acumulado no se borra con una planilla de Excel. Lo que se perdió en calidad de vida durante años no se recupera en tres trimestres de orden fiscal.

El dato detrás del titular

El “estrés económico” es más que una categoría nueva: es una forma de nombrar lo que ya se siente hace rato en las casas argentinas, donde el futuro se planifica semana a semana y el ahorro es un recuerdo lejano. La UCA propone que este tipo de indicadores se incorporen de forma permanente a la medición de la situación social. Porque cuando la macro se festeja y la heladera sigue vacía, el malestar no baja con el índice de precios.

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